Thursday, February 26, 2009

El sexo y el otro

El machismo, por supuesto, llega también hasta la cama. Se trepa y se enreda entre el cuerpo del hombre y de la mujer.
Y en esa (des)comunicación corporal, muchos hombres intentarán hacer lo posible para satisfacerse. Y muchas mujeres harán lo posible para satisfacerlos.
Obvio que no todos los hombres piensan sólo en satisfacerse. Hay muchos interesados en pasarla bien y procurar que la mujer también pase un buen momento. La cuestión es que algunos de este grupo lo hacen con intereses egocéntricos: sólo quieren demostrar(se) que pueden ser los mejores jugadores también en la cama. Que es posible seguir haciendo golazos de media cancha aún fuera de ella.
Y las mujeres, bueno... Está la geisha, que ha sido criada para ser la sierva sexual del hombre que esté a su lado sin ningún tipo de consideración sobre su propio placer.
Aún más fácil es encontrar la que, por tal de "mantener contento" a su novio/esposo/loquesea y no estar sola, acepta relegar su satisfacción. Confiando en que será por un rato. Mientras se hace lo imposible por tratar de remontar una vida sexual casi inexistente, y quizás el hombre intentará hacerle creer que es por culpa de ella, haciendo comentarios sobre cómo engordó en los últimos meses, intentando convencerla de que sucede porque ella ya no es sexy como antes.
Es cierto que la mayoría de los hombres creen que son dioses en la cama y consideran que cada mujer que ha estado, esté o estará con ellos, debe agradecerle a los dioses del olimpo el haberlo dejado bajar a pasear entre los mortales y meterse en su lecho.
Pero no importa cuántas testigos de carácter un hombre proponga subir al estrado a declarar a su favor, hablando maravillas de sus movimientos sensuales y su arte en las sábanas, y no importa que estas mujeres, efectivamente, declaren que con él han tenido la mejor noche de sexo de su vida.
No importa, porque un hombre que declara, cuando un hombre que confiesa decir de vez en cuando, ya impaciente por concluir el asunto, "dale flaca, colate los dedos de una vez", deja más que claro que sus capacidades amatorias (por llamarlas de alguna manera) son más que limitadas.
Otro ejemplo claro de cuan machistas pueden ser los hombres en lo que se refiere a las relaciones sexuales, son las acusaciones que suelen realizar a las mujeres: si tranzaron, pero no se quiso ir con él ,es histérica. Si se fueron juntos, pero no acabó, es frígida.
Parece que nunca se les ocurre pensar que la chica no se fue con ellos después de tranzar porque no le gustaron sus besos, ni que no tuvieron un orgasmo porque ellos no hicieron nada para que eso sucediera, y casi casi hubiese sido lo mismo (o mejor) si ella se quedaba en su casa sola.
Y aquí no hay nadie enteramente culpable, ni enteramente inocente.
Hay claros ejemplos de hombres que no son unos asnos al momento de tener sexo y que se comportan como seres humanos, que procuran que los dos la pasen bien. Lo que demuestra que los hombres tienen elección y pueden elegir no ser unos tarados sexuales.
Hay claros ejemplos de mujeres que se plantan y no dejan que las pisoteen, y que se comportan como seres humanos, que procuran que los dos la pasen bien. Lo que demuestra que las mujeres tienen elección y pueden elegir no ser unas taradas sexuales.
Dicho esto, la casa recomienda:
1) a aquellos hombres que creen que la mujer tiene que agradecer que ellos estén en la misma habitación con ella, y a los cuales sólo les interesa su propio placer: abrir la mente, ser más perceptivos a las necesidades de la mujer que tienen a su lado, evitar frases como la arriba enunciada, procurar el placer de los dos. Les aseguro que la van a pasar mejor.
2) a aquellas mujeres que creen que la mujer tiene que agradecerle al hombre que esté con ellas, y piensan que relegar su placer es una forma mágica de fortalecer la pareja, y consideran que el orgasmo o una noche de gran satisfacción es un mito: abrir la mente, hacerle saber al hombre qué es lo que quieren, reaccionar ante frases como la arriba enunciada, procurar su propio placer a la par que el del hombre. Les aseguro que la van a pasar mejor.

No quise con este post jugar al papel de sexóloga. Nada de eso. Simplemente estoy preocupada (por no decir alarmada) por las historias que escucho últimamente y me pareció que sería interesante abarcar este tópico.





Saturday, February 07, 2009

Cuentas Claras

El otro día, una señora, que trabaja en la misma oficina que yo, manifestó su horror ante mi idea de la división de la cuenta al momento de pagar en un bar o un restaurant.

Obviamente, la platea masculina aplaudió la medida y coincidió en mi declaración de principios económicos. Aunque los más entrados en años mostraron algún tipo de reticencia, debo reconocer.

El tema de quién paga cuando traen la cuenta a la mesa donde está sentada una pareja heterosexual(1) en una cita parece ser un tema delicado para muchos.

Las variables son varias(2), pero si las resumimos tenemos a:
a) La mujer que ni atina a abrir la cartera para buscar la billetera. Es muy posible que ni siquiera cuente con el efectivo suficiente para afrontar el gasto porque piensa que el hombre es el que invita. Ni siquiera tiene dinero para el taxi. Confía en que el caballero la llevará hasta su casa una vez concluida la velada.
b) La mujer que atina - por cortesía -a buscar la billetera, esperando que el hombre le diga "No, por favor, invito yo" para poder desistir de una vez.
c) La mujer que abre la cartera, busca y encuentra la billetera y está dispuesta a dividir los gastos. Si el hombre insiste en invitar, no muy convencida (y si es la primera vez) accederá.
d) La mujer que está dispuesta a iniciar una discusión porque quiere pagar su parte.

Como hay un roto para cada descosido, tenemos, del otro lado a:
i) El hombre que sale con dinero suficiente para afrontar cada erogación de la salida. Pagará la cena, la entrada al cine y el postre en otro lugar y el hotel alojamiento si es el caso y, si tiene vehículo, irá a buscar y llevará hasta su hogar a la damisela.
ii) El hombre que sale dispuesto a solventar la cita, pero considera de buen gusto que la mujer amague a pagar. Aunque nunca se lo permitiría.
iii) El hombre al que no le molesta, de vez en cuando, acceder a compartir la cuenta o que acepta que ella lo invite ocasionalmente, y hasta le puede parecer deseable.
iv) El hombre al que no le molesta que lo inviten y que no tiene interés en comenzar una discusión por ello.

Claramente, lo interesante de todo esto es análizar las posibles combinaciones, que pueden resultar exitosas - como el caso de una mujer a) con un hombre i) - o terriblemente desastrosas - como sería una cita entre un hombre i) con una mujer d).

Si tengo ganas, tiempo e insipiración, espero poder hacerlo!

Y si alguien tiene una anécdota, este es el momento ideal para contarla y despotricar un poco!




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1) no sé cómo se maneja en las relaciones homosexuales y no es de relevancia en el presente tema de estudio

2) dejo fuera del estudio el caso extremo del gato (ya se hombre o mujer)

Image by Bruce Eric Kaplan