El otro día, una señora, que trabaja en la misma oficina que yo, manifestó su horror ante mi idea de la división de la cuenta al momento de pagar en un bar o un restaurant.
Obviamente, la platea masculina aplaudió la medida y coincidió en mi declaración de principios económicos. Aunque los más entrados en años mostraron algún tipo de reticencia, debo reconocer.
El tema de quién paga cuando traen la cuenta a la mesa donde está sentada una pareja heterosexual(1) en una cita parece ser un tema delicado para muchos.
Las variables son varias(2), pero si las resumimos tenemos a:
a) La mujer que ni atina a abrir la cartera para buscar la billetera. Es muy posible que ni siquiera cuente con el efectivo suficiente para afrontar el gasto porque piensa que el hombre es el que invita. Ni siquiera tiene dinero para el taxi. Confía en que el caballero la llevará hasta su casa una vez concluida la velada.
b) La mujer que atina - por cortesía -a buscar la billetera, esperando que el hombre le diga "No, por favor, invito yo" para poder desistir de una vez.
c) La mujer que abre la cartera, busca y encuentra la billetera y está dispuesta a dividir los gastos. Si el hombre insiste en invitar, no muy convencida (y si es la primera vez) accederá.
d) La mujer que está dispuesta a iniciar una discusión porque quiere pagar su parte.
Como hay un roto para cada descosido, tenemos, del otro lado a:
i) El hombre que sale con dinero suficiente para afrontar cada erogación de la salida. Pagará la cena, la entrada al cine y el postre en otro lugar y el hotel alojamiento si es el caso y, si tiene vehículo, irá a buscar y llevará hasta su hogar a la damisela.
ii) El hombre que sale dispuesto a solventar la cita, pero considera de buen gusto que la mujer amague a pagar. Aunque nunca se lo permitiría.
iii) El hombre al que no le molesta, de vez en cuando, acceder a compartir la cuenta o que acepta que ella lo invite ocasionalmente, y hasta le puede parecer deseable.
iv) El hombre al que no le molesta que lo inviten y que no tiene interés en comenzar una discusión por ello.
Claramente, lo interesante de todo esto es análizar las posibles combinaciones, que pueden resultar exitosas - como el caso de una mujer a) con un hombre i) - o terriblemente desastrosas - como sería una cita entre un hombre i) con una mujer d).
Si tengo ganas, tiempo e insipiración, espero poder hacerlo!
Y si alguien tiene una anécdota, este es el momento ideal para contarla y despotricar un poco!
-------
1) no sé cómo se maneja en las relaciones homosexuales y no es de relevancia en el presente tema de estudio
2) dejo fuera del estudio el caso extremo del gato (ya se hombre o mujer)
Image by Bruce Eric Kaplan
Obviamente, la platea masculina aplaudió la medida y coincidió en mi declaración de principios económicos. Aunque los más entrados en años mostraron algún tipo de reticencia, debo reconocer.
El tema de quién paga cuando traen la cuenta a la mesa donde está sentada una pareja heterosexual(1) en una cita parece ser un tema delicado para muchos.
Las variables son varias(2), pero si las resumimos tenemos a:
a) La mujer que ni atina a abrir la cartera para buscar la billetera. Es muy posible que ni siquiera cuente con el efectivo suficiente para afrontar el gasto porque piensa que el hombre es el que invita. Ni siquiera tiene dinero para el taxi. Confía en que el caballero la llevará hasta su casa una vez concluida la velada.
b) La mujer que atina - por cortesía -a buscar la billetera, esperando que el hombre le diga "No, por favor, invito yo" para poder desistir de una vez.
c) La mujer que abre la cartera, busca y encuentra la billetera y está dispuesta a dividir los gastos. Si el hombre insiste en invitar, no muy convencida (y si es la primera vez) accederá.
d) La mujer que está dispuesta a iniciar una discusión porque quiere pagar su parte.
Como hay un roto para cada descosido, tenemos, del otro lado a:
i) El hombre que sale con dinero suficiente para afrontar cada erogación de la salida. Pagará la cena, la entrada al cine y el postre en otro lugar y el hotel alojamiento si es el caso y, si tiene vehículo, irá a buscar y llevará hasta su hogar a la damisela.
ii) El hombre que sale dispuesto a solventar la cita, pero considera de buen gusto que la mujer amague a pagar. Aunque nunca se lo permitiría.
iii) El hombre al que no le molesta, de vez en cuando, acceder a compartir la cuenta o que acepta que ella lo invite ocasionalmente, y hasta le puede parecer deseable.
iv) El hombre al que no le molesta que lo inviten y que no tiene interés en comenzar una discusión por ello.
Claramente, lo interesante de todo esto es análizar las posibles combinaciones, que pueden resultar exitosas - como el caso de una mujer a) con un hombre i) - o terriblemente desastrosas - como sería una cita entre un hombre i) con una mujer d).
Si tengo ganas, tiempo e insipiración, espero poder hacerlo!
Y si alguien tiene una anécdota, este es el momento ideal para contarla y despotricar un poco!
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1) no sé cómo se maneja en las relaciones homosexuales y no es de relevancia en el presente tema de estudio
2) dejo fuera del estudio el caso extremo del gato (ya se hombre o mujer)
Image by Bruce Eric Kaplan
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